Eva visitaba
diariamente a su entrañable abuela, y desde niña se deleitaba con los cuentos
sobre creencias y costumbres ancestrales que le contaba. Una de ellas era la que más le
fascinaba, se trataba sobre el trébol de cuatro hojas.
Su abuela le decía que
según las creencias, si una joven encontraba uno de estos tréboles se casaría
con el primer hombre que viera a partir de ese momento. Además, cada hoja tenía
un significado, Fe, Esperanza, Amor y Suerte. También protegía a los novios,
pues espantaba los hechos malévolos de
los malos espíritus.
Eva cruzaba todos los
días, por un jardín que no estaba cercado. Allí había flores y plantas
agrupadas en uniforme armonía. Solía disfrutar muchísimo de ese lugar tan bello.
Antiguamente había una
casa precaria que el progreso había derrumbado para convertir todo en un paseo
público, pero mantuvo intacto ese deslumbrante jardín.
Una tarde, caminaba distraída
mientras cruzaba el jardín y un niño que iba en patineta la atropelló. Eva cayó
sobre una enorme mata de tréboles. Ante
ella un espléndido trébol de cuatro hojas la dejó sin aliento. Lo tomó entre sus
dedos y mientras lo arrancaba observó la mano extendida de un joven que intentaba
ayudarla a levantarse. Se miraron, y en el instante que le regalaba una sonrisa, él dijo: –Mi nombre
es Adán-.
Graciela Fioretti /Jyosti
22/04/2012
**Obra registrada**
1 comentario:
¡¡Precioso!!...los deseos se cumplen y la suerte te llega en el momento más imprevisto.
Me ha encantado tu cuento, es hermosos.
¡¡Grande amiga!!
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