Como río de sangre riega la mañana
por dónde gime un alma desgarrada.
Mientras la luz desplaza las sombras
una nube sorda y oscura de dolor
quema cada rincón de sus entrañas.
Su niño se aproxima galopando
por el doble latir de su coraza
que desarmada en mil pedazos
le ha colocado un par de alas,
mientras su luz se va quemando.
Fugaz y profundo es el momento,
túnel sin final de un desenlace,
el jardín de su vientre perece
en la bóveda que ciega las palabras
librando su íntimo destino… eternamente.
Graciela Fioretti/Jyosti
21/04/2012
**Obra registrada**
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