Recibí la noticia
cuatro meses después de su partida. Uff! qué difícil me resultó tener que
llamar al cementerio para averiguar dónde estaba su sepultura. Llegar a ella,
dejarle flores y ante esa tumba abandonada y derruida, ponerme de rodillas y ¡por
fin! después de treinta años de no saber nada de él, hablarle con un monólogo
elocuente. Seguramente vio brillar mis lágrimas, esas que la brisa esfumó con
la tibieza de los rayos de sol que acariciaban mi rostro.
Desde su espacio
astral sentí que me cobijó y entre tanta incertidumbre le expresé todo lo que
sentía. Siempre me protegió y sé que lo sigue haciendo.
-Padre, atesoro junto
con las fotos de mi pasado, una foto tuya en blanco y negro, es tan antigua
como todo lo que te rodea, tan gastada como el atenuado sonido de tu voz.
Estuve contigo dieciséis
años de mi vida y sin ti estaré hasta que el destino nos vuelva a juntar.
Las remembranzas subsisten
estancadas y con mucho esfuerzo logro reflotar lo que le diste a mi niñez. Me
esfuerzo por hacer vívidos aquellos días, necesito que lo que significaste sea
tan íntegro como mi existencia, ¡qué ardua tarea!
No puedo negar que fui
tu hija predilecta, mis hermanas sentían celos de mí, pero no te importaba. Tal
vez, mi carácter tan parecido al tuyo hacía la diferencia con ellas, y por esto
fui como tu pequeño espejo.
La mente se aclara, eras
tan estricto, todos los momentos se respetaban como si estuviesen escritos de
tu puño y letra en un “reglamento”; sentados a la mesa no se hablaba, acostarse
temprano, levantarse temprano, las mejores notas, no faltar al colegio, ser
abanderadas, sin amistades, no podíamos elegir nuestra propia ropa y las
reuniones no estaban dentro de ese absurdo libreto. ¡Cómo olvidar que nunca
tuvimos una fiesta de cumpleaños!
Perdón, si digo lo que
no tuve, debo decir lo que en cambio entregabas, un buen regalo engalanaba ese
día. Con mucho sacrificio ibas pagando por anticipado algo de oro, creo que con
esos costosos regalos la fiesta no importaba.
Desde mi limitada
mente de niña admiraba que aunque lloviera, te cubrías con bolsas de plástico y
salías en bicicleta a cumplir con tus responsabilidades. Te miraba partir y me
llenaba de pena. Eras un incansable trabajador, vivimos épocas difíciles pero nada
detenía tu andar. Decías que ante la adversidad había que sacar fortaleza, esa
que te hacía levantar aún enfermo y seguir sin apremios.
Padre, quiero decirte
que, más allá de los posibles errores o fallas en tu estricta crianza, y más
allá de tu abandono, armé de ti una imagen, hoy le puse colores, esos que
merecías tener, y en un lugar de mi alma te tendré eternamente porque hay algo
innegable, junto a mamá… me diste la vida.
Por amor a mi Padre,
en este día marcado en el calendario, le regalo un beso y digo:
Requiem aeternam dona ei Domine.
Et lux perpetua luceat ei .
Requiescat in pace.
Amen.
"Dale, Señor, el descanso eterno.
Y brille para él la luz eterna.
Descanse en paz.
Amén."
Et lux perpetua luceat ei .
Requiescat in pace.
Amen.
"Dale, Señor, el descanso eterno.
Y brille para él la luz eterna.
Descanse en paz.
Amén."
Q.E.P.D.
Graciela Fioretti /
Jyosti
16/06/2012
**Obra registrada**
3 comentarios:
Me ha embargado la emoción la leerte, amiga. Tu padre fue un gran hombre, luchador y sufridor. Por lo que cuentas, se sacrificó siempre por vosotros, sus hijos. Aunque por fuera diera la imagen de duro, por dentro debió de ser una persona con una gran sensibilidad y mejor corazón.
Un beso amiga. Luz para tu Padre.
Acabo de ver la foto en grande..¡¡era muy guapo!!
Nonna, muchas gracias por ser mi seguidora incondicional. Me parezco mucho a mi Padre, creo que en lo guapa jajajaja . A pesar de todo, yo le envío mi amor y él lo sabe. Un gran abrazo amiga.
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