Amé cada amanecer lleno de flores,
disfruté las hojas doradas del otoño,
descubrí la lozanía de la
hermosura
extinguiéndose en tu mirada
profunda.
El viento escribe en los cristales
con la memoria de cada beso tuyo,
se estremece todo lo invisible al ser
cuando escucho tu voz en el silencio.
El fuego va al compás del abandono,
oscura soledad sin luz ni colores,
la vena retorcida que sangra cerrazón,
en el invierno del alma, inverno.
El corazón encendido de candor,
lo no invisible habita sin desmedro,
agazapa la noche en sus dilemas,
vierte voz y sed de un amor…sin barreras.
Graciela Fioretti/Jyosti
23/06/2012
**Obra registrada**
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