Puedo augurar la tristeza de las hojas,
despojadas del cuerpo de su árbol.
Sobre el jardín cuando caen sin vida
al abrigo del viento huyen sin alas.
Tierra de tu voz me regocija,
el suelo abrazando mis raíces
debajo de la noche profunda,
el suave fluir de tu hermosura.
En tu cuerpo escondido los cristales
del rocío que alboroza la mañana,
huella alimentada en la espesura
bajo la paz usurpada de tu alma.
Y vestida de otoño he de cubrirte
escribiendo tu historia sobre el fuego,
la humedad hiriendo el fiel silencio,
como retal de lluvia sin quimeras.
Mientras la tarde envuelve de dilemas
quiere el aliento purgar tu dulce boca.
El instante de nuestros cuerpos gime,
soy tuya, única, invisible.
Graciela Fioretti/Jyosti
04/05/2012
**Obra registrada**
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