El día sube lentamente para buscarte,
aferrada al muro como luz de escarcha,
sobre las curvas de la eternidad,
y allí, temblando sola, se esfuma el alma.
Amanece… y entre la suave hierba
mansamente reposando en mi pecho,
como carcelero abres con tus llaves,
para siempre, el calabozo de mi vientre.
Y tú volaste hacia un nuevo amanecer,
mientras la piedra engarzada con lágrimas
parece una inscripción que dice: “amor”,
vibrando en las fibras, del misterio hecho palabra.
Una brisa triste gime entre el silencio
la hojarasca da pasos firmes sobre la esperanza,
mis anhelos vas tejiendo con hilos de plata.
¡Buenas noches mi amor!, ¡hasta mañana!
Graciela Fioretti/Jyosti
06/05/2012
**Obra registrada**
1 comentario:
Un amanecer intenso y lleno de sensualidad. Cada día escribes mejor, sobre todo a los sentimientos. Un beso amiga.
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