Carta a mi Doctor, a ese que pertenece a una “raza” de médicos en extinción.
En la actualidad, para los nuevos médicos que están calificados como “los mejores” no somos personas, somos lo que ellos llaman un “caso”, es como decir, un cobayo para probar un nuevo medicamento o tratamiento y si nos va mal, tenemos la “suerte” de formar parte de las estadísticas, para ellos nuestro nombre no interesa, además, no lo saben.
Estimado Doctor:
Desde niña, cuando estaba enferma, me aterraba oír que mis padres dijeran que tenían que llevarme al “doctor”.
Poco a poco lo fui aceptando, el Doctor conocía todos los secretos de la vida y de la muerte y pensé en estudiar esa profesión porque vivía fascinada ante tanta sabiduría.
De adulta, haber encontrado a un Doctor como el de mi niñez, me hace verlo lleno de sapiencia, adivina con certeza lo que tengo, aliviando la enfermedad y siguiendo su evolución hasta la mejoría completa.
Ud. me intercala en su agenda para una rápida consulta y sin apremios recibe mi llamado telefónico cuando necesito hablarle ante el más mínimo síntoma de enfermedad.
Haberse convertido en mi amigo, además de médico, lo convierte en un verdadero sabio. Me ha dicho tantas veces, que todo ser que se lamenta de sus sufrimientos es una persona sana que ignora serlo. Esta es la teoría de Hipócrates, por lo tanto, su convicción es la de que el médico es aquel que impide que uno se enferme y al que ya no es necesario consultar cuando se ha caído en cama.
Siempre me repite que el cansancio no proviene de aquello que se hace, porque lo que se hace con pasión y con toda el alma, nunca cansa. Lo que cansa es el pensamiento de lo que no se hace.
Suele decirme que el gran secreto de la felicidad, el arte supremo de la vida, es practicar sin fatiga lo que en otro tiempo hacía con ella, para estar bien simplemente hay que suprimir la fatiga.
Tantas veces me ha recordado esta frase: “Sufro por lo que no sucederá y tengo miedo de perder lo que no he perdido».
Vivimos en una época en la que los problemas de salud y de equilibrio entre el alma y el cuerpo son los principales problemas.
Su cualidad principal es la de estar disponible a cualquier hora del día, es devoto y gentil, mezcla de ironía y amor colmados de humorismo.
Durante tantos años me ha escuchado y sanado. Vivo pensando que algún día no lo tendré y he buscado en los nuevos médicos uno semejante a Ud., pero no lo he podido encontrar. La penumbra del futuro sin su asistencia me sumerge en una gran incertidumbre. ¿A quién le confiaré sobre la enfermedad que habita en mí?
Doctor Ud. tiene razón:
«Envejecer significa ver a Dios más de cerca».
Reciba el agradecimiento de su paciente, esa que Ud. conoce por su nombre y apellido.
Jyosti - Graciela Fioretti
12/06/2011
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Los libros son las alfombras mágicas de la imaginación. Jorge Luis Borges
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2 comentarios:
Cuando sientes la protección de una persona en particular, sufres al ver que sus pasos ya no te acompañarán en el resto de tus días.
Siento que ese Doctor que tanto te comprende, que sabe de tus enfermedades, no pueda ya seguir cuidando tu cuerpo y tu alma.
No cedas en la búsqueda, amiga, seguro que hay alguno por ahí escondido igual o mejor que el que has tenido hasta ahora.
Espero que el haya recibido tu carta.
Un gran beso amiga.
No nos conocemos...pero me preocupa lo mismo...el dia 20 de Junio se lo diré al mio...
Le diré lo que acabo de leer...que no es más que mi pensamiento...
Que rarezas tiene la vida...
Un abrazo.
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