No comprendía porque todos esperaban
el último día del año y ese minuto que era capaz de alejar los dolores, los
malos momentos, las enfermedades, y una lista interminable de tropiezos vividos en los trescientos sesenta y cuatro días
anteriores. Ese minuto, que también poseía el poder de traer los mejores instantes acontecidos, aunque no hubieran cumplido con las expectativas, o tal vez,
porque las habían superado.
La magia estaba instalada en cada
uno de los preparativos, pero para él no tenían mucho sentido, se encontraba
con la mente como si se la hubiera cortado una navaja. No era un año más,
estaba seguro de que era un año menos.
Repentinamente, comenzó a escuchar
las doce campanadas que son capaces de embrujar a todo el mundo porque las esperan con ansias nuevas, pero con gran estupor sintió que se
convirtieron en las doce campanadas que, con el Fin de Año, silenciaron su vida.
Graciela
Fioretti-Jyosti
29/12/2012
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1 comentario:
El final de un año muy bien expresado, al principio pensé que se trataba del final de una persona.
Excelente amiga, llevas al lector de tu mano con una magia increible.
Besos
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