Querida amiga,
No puedo aseverar que después
de tantos años te he olvidado. Muchas veces, más de las que puedas percibir, te
extraño.
Dicen que no hay que
vivir aferrado al pasado porque no nos ayuda a transitar el presente plenamente,
pero no puedo hacerlo. Creo que al recordar los mejores momentos que pasamos
juntas me hace bien, porque dejaste una huella inconfundible. Cuando nos
conocimos, nuestra afinidad fue instantánea y logramos que perdurara por muchos
años.
Me parece escuchar tu
risa, fuimos un dúo muy alocado, con fantasías de adolescentes que nos hacían
viajar de la mano de la imaginación hasta lo irracional.
¡Cuánto extraño tus
cartas! en cada una de ellas, antes de
despedirte, me pedias que cuando viniera
a nuestra ciudad, te fuera a visitar. Durante muchos años fuiste el sueño
constante con este petitorio. Sabes que necesité tiempo para llegar a ti, pero
lo logré y te dejé una rosa roja. Era tu flor preferida y me hiciste prometerte
que cuando pudiera te llevaría una.
Muchas veces pienso
que fui cobarde, no pude afrontar la trágica realidad de saber que te escapabas
y nadie podía cambiar tu rumbo. Aún no puedo comprender la forma en que el
destino te envolvió de sufrimiento y muerte.
Amiga, el dolor de tu
partida sigue latiendo dentro de mi alma desgarrada. Nadie podrá reemplazarte,
porque elegimos a los amigos y aunque los queremos a todos, cada uno ocupa un
lugar diferente en nuestro ser y en la medida que nos abandonan, va quedando
vacío.
Para finalizar, quiero
que sepas que debo pasar otro Día del Amigo sin tu presencia, y seguirán hasta
que nos encontremos en ese lugar que habitas. Por ello, elevo una oración que
va con esta carta, juntas llegarán a ti… mi amiga angelical.
Graciela Fioretti/Jyosti
20/07/2012
**En memoria de Stella Maris Montessano 1959-1985**
**Obra registrada**
1 comentario:
La amistad verdadera es el lazo más fuerte que existe. El día que te reúnas con ella, llévale esa rosa roja.
Ser amiga tuya es todo un tesoro que no tiene precio.
Un beso.
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