Comenzó a temblar al ritmo de su corazón acelerado, la vista se le nubló y el vértigo la hizo tambalear; se llevó las manos hacia el pecho mientras pedía ayuda. Se quedó sin aliento.
La subieron a una ambulancia, su rostro empalideció y la respiración se hizo imperceptible,
-¡Tiene un infarto! –gritó el paramédico-. Comenzaron a intentar reanimarla con choques eléctricos. No hubo respuesta.
Mientras de su mano caía la pastilla que estaba por tomar para los ataques de pánico, anotaban la hora de su defunción.
Graciela Fioretti / Jyosti
21/01/2012
**Obra registrada**
2 comentarios:
Amiga, tu relato me ha dejado K.O. Es muy fuerte e impactante.
BESOS
Es fuerte, tienes razón, yo que soy una víctima de este mal, muchas veces pienso que alguien se equivoque sobre el ataque y terminar como la protagonista. Un abrazo y gracias por pasar siempre, de forma incondicional, a visitarme y dejar tu susurro.
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