La creciente comenzó lentamente
aprovechando la profunda oscuridad,
que la noche regalaba sin luna.
Los camalotes varados en la orilla,
cansados de haber sido arrastrados
por la intempestiva corriente del río.
Entre tanto movimiento nocturno,
mientras el silencio no hacía ecos,
el antiguo puente observaba su suerte.
Los pilares implantados en el lecho,
desde tantos años ya no podrían resistir
otra crecida, su destino era predecible.
-¡Río, una vez más, castigas sin piedad!
Soportó lo que más pudo, un estruendo
lo quebró en el medio, no pudo luchar,
las aguas se llevaron su mitad a la deriva.
Los rayos del sol lentamente mostraron,
la tragedia de un pueblo incomunicado,
su puente añoso desgarrado, se ahogaba.
Jyosti
aprovechando la profunda oscuridad,
que la noche regalaba sin luna.
Los camalotes varados en la orilla,
cansados de haber sido arrastrados
por la intempestiva corriente del río.
Entre tanto movimiento nocturno,
mientras el silencio no hacía ecos,
el antiguo puente observaba su suerte.
Los pilares implantados en el lecho,
desde tantos años ya no podrían resistir
otra crecida, su destino era predecible.
-¡Río, una vez más, castigas sin piedad!
Soportó lo que más pudo, un estruendo
lo quebró en el medio, no pudo luchar,
las aguas se llevaron su mitad a la deriva.
Los rayos del sol lentamente mostraron,
la tragedia de un pueblo incomunicado,
su puente añoso desgarrado, se ahogaba.
Jyosti
30/05/2010
**Reservados los derechos de autor. Obra registrada"
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