Cada día de San Valentín llegaba al mismo lugar. Esa noche, se quedó atónita observando la luna; realizó un par de pasos sobre la
escarpada superficie rocosa; resbaló y cayó por el precipicio como si la
hubieran empujado, pero estaba él, lo reconoció por sus profundos ojos azules
como el color de aquella Luna. La tomó de las manos, la retuvo sobre su cuerpo y la besó con el mismo amor que se profesaban; sin soltarla... marcharon juntos.
Graciela Fioretti
13/02/2016
Fotografía realizada por la escritora sin ningún retoque manual. Los defectos que pueda presentar son propios de la luz de la luna.